Bajo la Lupa
miércoles, septiembre 20, 2006
Palabra de Regia
“Lugar apacible, sano y de buen temple y buenos aires y aguas y muchos árboles frutales de nogales y otras frutas y haber como hay muchos montes, pastos, ríos y ojos de agua manantiales y muchas tierras para labores...” así describe Diego de Montemayor, fundador del Nuevo Reino de León a lo que ahora es Monterrey en su acta de Fundación.
De acuerdo a una encuesta realizada por el periódico El Norte, los regios orgullosos siempre de nuestras raíces, nos describimos como trabajadores, amantes del fútbol y preocupados por vivir en una ciudad segura. Tenemos fama de tacaños, pero yo diría que el regio por naturaleza es trabajador en exceso y que lo que gana lo disfruta al máximo, somos consumistas por excelencia y muy ahorradores, así que creo que estamos en la medida media.
Alguna vez alguien que es de un pueblo pequeño me dijo que Monterrey era manicomio y yo respondí que al contrario, el manicomio para mi era la pasividad que impera en un pueblo. Es parte de mi el ruido de las avenidas, los largos minutos que hay que recorrer para llegar de un lado a otro de la ciudad, el stress de la vida diaria, los centros comerciales atiborrados porque es navidad o simplemente porque son el acostumbrado paseo dominical con aire acondicionado cuando afuera tenemos un calor de más de 40 grados en pleno verano.
Durante la semana el ir y venir de la gente que trabaja un promedio de 10 horas diarias, llenan las primeras horas del día de prisas y stress, después viene la quietud, es un agasajo salir a la
ciudad cuando a media mañana las avenidas se vuelven más amplias al paso.
No hay una reunión con amigos si cerveza, ni un domingo en familia sin carne asada, no hay mañanas y tardes de parques llenos de gente haciendo ejercicio ni fines de semana de jóvenes transitando a pie por las calles empedradas del barrio antiguo, calles que al día siguiente se convierten en una especie de la Montmatre de Paris.
Me gusta caminar por el Barrio Antiguo, ver sus casitas ahora convertidas en su mayoría en cafés y antros e imaginarme las historias que se tejieron dentro de ellas, la gente que hace siglos o apenas décadas cruzaba sus puertas para impulsar el crecimiento de esta tierra. Me gusta pasar un rato en el Parque Fundidora viendo sus altas torres en donde miles de obreros fundían el acero forjando el avance industrial de esta ciudad. Me gusta contemplar desde El Obispado la noche caer y la ciudad recobrando vida cuando pareciera que es más bien hora de irse a dormir.
Rodeada de montañas a las que la mayoría de los regios no prestamos atención, dirigimos nuestra mirada a ellas cuando alguien especialmente alguien que viene de afuera las describe con admiración. Para nosotros siempre han estado ahí, erguidas de pie custodiando la ciudad. De un lado y en lo alto Chipinque, siempre proporcionando oxígeno a esta ciudad de cemento y por otro lado su eterno emblema natural, el Cerro de la Silla, vigila desde lo alto el paso de los años, el correr de la gente, el olor de
sus asados y por la tardes se apiada un poco de la parte sur de la ciudad dando sombra ante los intensos rayos del sol.
Monterrey, cuantos recuerdos se han quedado en la infancia y que han pasado a ser solo eso con el paso de la modernidad y cuan cosmopolita se ha vuelto con el constante intercambio de culturas de quienes por estudios o trabajo empiezan a convertirla en una ciudad multicultural siempre respetando nuestra propia cultura.
Hoy Monterrey cumple 410 años de fundación, y fiel a las estadísticas sobre el regio orgulloso, va este pequeño homenaje para la tierra en donde nací y vivo.
De acuerdo a una encuesta realizada por el periódico El Norte, los regios orgullosos siempre de nuestras raíces, nos describimos como trabajadores, amantes del fútbol y preocupados por vivir en una ciudad segura. Tenemos fama de tacaños, pero yo diría que el regio por naturaleza es trabajador en exceso y que lo que gana lo disfruta al máximo, somos consumistas por excelencia y muy ahorradores, así que creo que estamos en la medida media.
Alguna vez alguien que es de un pueblo pequeño me dijo que Monterrey era manicomio y yo respondí que al contrario, el manicomio para mi era la pasividad que impera en un pueblo. Es parte de mi el ruido de las avenidas, los largos minutos que hay que recorrer para llegar de un lado a otro de la ciudad, el stress de la vida diaria, los centros comerciales atiborrados porque es navidad o simplemente porque son el acostumbrado paseo dominical con aire acondicionado cuando afuera tenemos un calor de más de 40 grados en pleno verano.
Durante la semana el ir y venir de la gente que trabaja un promedio de 10 horas diarias, llenan las primeras horas del día de prisas y stress, después viene la quietud, es un agasajo salir a la
ciudad cuando a media mañana las avenidas se vuelven más amplias al paso.No hay una reunión con amigos si cerveza, ni un domingo en familia sin carne asada, no hay mañanas y tardes de parques llenos de gente haciendo ejercicio ni fines de semana de jóvenes transitando a pie por las calles empedradas del barrio antiguo, calles que al día siguiente se convierten en una especie de la Montmatre de Paris.
Me gusta caminar por el Barrio Antiguo, ver sus casitas ahora convertidas en su mayoría en cafés y antros e imaginarme las historias que se tejieron dentro de ellas, la gente que hace siglos o apenas décadas cruzaba sus puertas para impulsar el crecimiento de esta tierra. Me gusta pasar un rato en el Parque Fundidora viendo sus altas torres en donde miles de obreros fundían el acero forjando el avance industrial de esta ciudad. Me gusta contemplar desde El Obispado la noche caer y la ciudad recobrando vida cuando pareciera que es más bien hora de irse a dormir.
Rodeada de montañas a las que la mayoría de los regios no prestamos atención, dirigimos nuestra mirada a ellas cuando alguien especialmente alguien que viene de afuera las describe con admiración. Para nosotros siempre han estado ahí, erguidas de pie custodiando la ciudad. De un lado y en lo alto Chipinque, siempre proporcionando oxígeno a esta ciudad de cemento y por otro lado su eterno emblema natural, el Cerro de la Silla, vigila desde lo alto el paso de los años, el correr de la gente, el olor de
sus asados y por la tardes se apiada un poco de la parte sur de la ciudad dando sombra ante los intensos rayos del sol.Monterrey, cuantos recuerdos se han quedado en la infancia y que han pasado a ser solo eso con el paso de la modernidad y cuan cosmopolita se ha vuelto con el constante intercambio de culturas de quienes por estudios o trabajo empiezan a convertirla en una ciudad multicultural siempre respetando nuestra propia cultura.
Hoy Monterrey cumple 410 años de fundación, y fiel a las estadísticas sobre el regio orgulloso, va este pequeño homenaje para la tierra en donde nací y vivo.
Escrito por Patricia a las 4:13 p.m.
10 Comments:
debo reconocer que a pesar de todo amo mi ciudad, el Distrito Federal, por su caracter cosmopolita y multiples cosas que tiene, pero con esa descripción de Monterrey, la verdad hasta ganas dan de emigrar a esa ciudad...
Siempre he creido que México, afortunadamente no es solamente el DF, que hay lugares más bonitos y hasta mejores, y no hay duda que Monterrey tiene mucho y además precioso.
Todas las ciudades tienen alguna cosa que las hace especiales. Buscar esos rincones y mirarlos con cariño, como tú haces, pensando en cuantas cosas pueden haber pasado justo en esa esquina o en esa casa, es un ejercicio de amor. Es pisar con respeto.
Felicidades por tu hermosa ciudad; felicidades por tus sentimientos.
Un gran beso, preciosa
Buen blog! Pasarépor aqui mas seguido...
Un abrazo
Qué linda ciudad, sabes que yo adoro viajar y acá en la blogósfera a veces me siento una viajera-cybernauta. Lindos lugares, a mí también me gustan los barrios antiguos e imagino, como tú, la vida de quienes pasaron por allí en antaño.
Saludos
Gracias por dejarnos saber más de tu tierra..
Amenazo con volver jaja, y advierto que quiero comerme todo MTY y requiero una buena guía como tu ;))
claro, avisaré con tiempo :))
Besitos a Diego, como sigue?
410 años, y a un año del Forum. Cuando cruce parte de Monterrey se me hizo como el DF, aunque el cielo más claro. Pero para disfrutarlo más hay que vivir ahí (un par de días no bastarían).
Saludos
Taren
Hay Mty no te quiero ya, hace tiempo deseo no volver a verte peor no puedo dejar de felicitarte a ti y a los Regios.
Felicidades a esa ciudad tan maravillosa. Espero que cuando pueda salir del país y regresar a Chilangolandia pueda yo pasar por Monterrey por un cabrito con el Rey.
Mi blog
Siempre he querido conocer tu ciudad!.... espero no irme de este mundo sin antes por lo menos pisarla.
Un besito.
Yo pase un solo dia en tu ciudad, y me llevaron casi directo al Obispado, vaya forma de hacer que uno se impresione...
No por algo es una de las ciudades mas importantes del pais.
Y su gente? como te he dicho antes, para mi los regios son gente franca y luchona. y eso a mi me gusta mucho.
Felicidades!
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